El lecho seco de la Laguna de Mayrán, ubicada en San Pedro, Coahuila, será el escenario de una peculiar muestra de arte, que advierte que, si no se cuida el agua, a todos nos cargará la mierda.
Y literal eso es lo que busca expresar el artista Francisco García Leyva, con una escultura de la palabra “Agua” escrita única y exclusivamente con estiércol de vaca.
El 9 de septiembre, en la región semiárida del norte del país, conocida por su industria lechera y producción de carne de bovino, tendrá lugar una protesta singular.
Enfocada en la destrucción de los mantos acuíferos del norte debido a concesiones a grandes ganaderos, esta manifestación destaca la creciente escasez de agua que afecta a toda la nación, planteando la preocupante realidad de cambiar agua por contaminación ganadera.
En un grito de protesta, el artista enfatiza, todos somos hijos del estiércol, validando lo que los ambientalistas han repetido una y otra vez a lo largo de muchos años, si no se reconvierte la industria agroalimentaria del país, a todos nos va a cargar la mierda.
Con cuatro días para el montaje de dicha escultura y un número similar para la filmación de una película, Los hijos del estiércol previsualiza un paseo por los pueblos de la Laguna, como el ejido Puerta de Ventanillas que servirá de locación para instalar la escultura, así como otros sitios donde se prioriza la producción y la ganancia por encima de la vida de las personas y del bienestar mundial.
Y es que hay que destacar que la ganadería ocupa 30% de la superficie libre de hielo del planeta y en diversos lugares es la fuente principal de contaminación del suelo y de emisión de nutrientes, materia orgánica, patógenos y residuos de medicamentos a ríos, lagos y zonas costeras.
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Los animales y sus excrementos emiten gases que aceleran el cambio climático. La ganadería modela paisajes enteros y reduce el hábitat natural con su demanda de tierra para la producción de pastos, forrajes, granos forrajeros y otros insumos agrícolas que intervienen en la alimentación vacuna.
En cuanto al impacto de la ganadería en el cambio climático y la contaminación del aire, se reconoce que las actividades ganaderas emiten cantidades considerables de gases invernadero, dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, que contribuyen de manera importante al cambio climático.
Las excretas animales emiten amoniaco y dióxido de carbono, en función de cómo salen de las instalaciones (sólida o líquida) y de su manejo en la colección, almacenamiento y aplicación a la agricultura.
La ganadería afecta el balance de carbono de la tierra que se usa para alimento animal y contribuye, de forma indirecta, a la liberación de enormes cantidades de carbono a la atmósfera.
Lo mismo sucede cuando se clarea el bosque para pastizales. Los combustibles fósiles empleados en los procesos productivos, desde la producción de alimento animal, hasta el mercadeo de productos, también emiten gases invernadero. Muchos de estos efectos indirectos son difíciles de cuantificar.
García Leyva precisó que la idea de este proyecto surgió durante el año pasado cuando se vivieron las más altas temperaturas y una tremenda sequía que dejó a los habitantes en estado de indefensión pues los sistemas municipales encargados de dotar con agua potable, se vieron enormemente rebasados ante la demanda domiciliaria.
Con esta protesta, solo busca generar conciencia y un impacto positivo en la sociedad que está despreciando de manera alarmante el preciado líquido.